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agosto 07, 2008

quien sólo

(...) Los profetas saben que la adoración de los ídolos significa la esclavización del hombre. Aluden irónicamente al hecho de que el que reverencia a los ídolos tiene ante si mismo un trozo de madera, con la mitad de la madera enciende un fuego y en ese fuego cocina un pastel; con la otra mitad de la madera fabrica un ídolo, y luego adora a ese trozo de madera, la obra de sus manos, como si ese trozo de madera que él ha trabajado fuese superior a él. Y ¿en qué sentido es superior a él? Porque incorporó todas sus fuerzas a ese trozo de madera, las transfirió a la madera, se empobreció e hizo rica y poderosa a la imagen del ídolo. Y cuánto más poderosa se vuelve esa imagen, más pobre se vuelve él. Y para protegerse de la pobreza más extrema, debe someterse al ídolo. En el lenguaje filosófico actual este mismo fenómeno se denomina "alienación". Alienación, en el sentido en que han empleado la palabra Marx y Hegel, significa exactamente lo mismo que para los profetas el concepto de idolatría, es decir, el someterse a las cosas, la pérdida del yo íntimo, de la libertad, el ponerse en relación consigo mismo a través de la sumisión. Creemos que no tenemos ídolos y que no somos idólatras, porque siempre pensamos que entre nosotros no hay ningún Baal ni ninguna Astarté. Pero olvidamos muy fácilmente que nuestros ídolos tienen simplemente otros nombres. No se llaman Baal ni Astarté, sino Posesión, Poderío,Producción material, Consumo, Honor, Gloria y muchas otras cosas por el estilo, a las que el hombre adora hoy y a las que se esclaviza. (...)

(...) Como quinto punto hay que mencionar que la capacidad de simpatía ha disminuido notablemente en nuestro siglo. Quizás deberíamos añadir que también se ha desvanecido la capacidad de sufrimiento. Con esto no quiero decir, naturalmente, que los hombres sufran menos que antes, pero ocurre que están tan alienados que no quieren tener conciencia de su sufrimiento. Como un hombre que sufre dolores crónicos, dan su sufrimiento por sentado, y sólo lo perciben cuando su intensidad supera lo acostumbrado. Pero no deberíamos olvidar que el sufrimiento es el único estado afectivo que parece ser realmente común a todos los hombres, más aún, quizás en general a todos los seres dotados de sensibilidad. Sobre este fundamento el sufriente, que conoce la difusión general del sufrimiento, puede obtener el consuelo de la solidaridad humana.
Hay muchísimos hombres que nunca han experimentado la felicidad. No hay ninguno que nunca haya sufrido, aunque se esfuerce encarnizadamente por reprimir la conciencia de su sufrimiento. La simpatía está inseparadamente ligada al amor hacia el hombre. Donde no hay amor no puede haber sentimiento compartido. Lo opuesto de la simpatía o sentimiento compartido es la indiferencia, y la indiferencia puede caracterizarse como una situación patológica de tipo esquizoide. Lo que se llama amor a un solo individuo, resulta ser a menudo un vínculo de dependencia; quien sólo ama a un hombre, no ama a ninguno. (...)

1 comentario:

Hernol dijo...

Che, por lo menos pone el autor del texto...


CONCIENCIA VIVIDA

Transitamos espacios vacios.
Espacios, colores y tiempos, viajes.
Vivimos el don de ser.
Practicamos la conciencia del don.
Ahi los binomios contrarios y el eterno movimiento.
Estos son algunos espacios de mis conciencias vividas.

A sus conciencias imaginantes, con amor.

(Conciencia Vivida es una muestra donde expongo fotografias de dias, viajes, lugares, soles. Esta en la Universidad de 3 de Febrero, sede 2, Caseros, a una cuadra de la estacion)
"yo creía que el alma me había sido dada para gozar de las bellezas del mundo, la luz de la luna sobre la anaranjada cresta de una nube,y la gota de rocío temblando encima de una rosa.Mas, cuando fui pequeño creí siempre que la vida reservaba para mi un acontecimiento sublime y hermoso. Pero a medida que examinaba la vida de los otros hombres, descubrí que vivían aburridos, como si habitaran en un país siempre lluvioso, donde los rayos de la lluvia les dejaran en el fondo de las pupilas tabiques de agua que les deformaban la visión de las cosas. Y comprendí que las almas se movían en la tierra como los peces prisioneros en un acuario. Al otro lado de los verdinosos muros de vidrio estaba la hermosa vida cantante y altísima, donde todo sería distinto, fuerte y múltiple, y donde los seres nuevos de una creación más perfecta, con sus bellos cuerpos saltarían en una atmósfera elástica"