Es en el movimiento donde,
a causa de la constante quietud,
nos observamos.
El polvo y el apuro como anfitriones,
nos dejan las heridas con cáscaras,
si tenemos.
Así que moví algunas cosas,
me acerqué un poco al polvo y te abracé.
Debajo de las cáscaras
es donde no puede más que uno mismo llegar.
Después viene la acción
habiendo olvidado lo aprendido
y al mismo tiempo haciendo de lo olvidado
una parte de nuestro súper bloque humano,
suma y potencia de los bloques.
Ahí te veo,
bloque mío,
blanco
e infinito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario